martes, 28 de mayo de 2013

XXVI Carrera Popular Hoz del Huecar

El sol que penetraba tempraneramente por los cristales del coche anunciaban una cálida mañana, poco a poco se añadían los kilómetros, viendo como las nubes iban ocupando ese espacio que esta primavera la están haciendo tan peculiar.


Con tiempo suficiente, y con la suerte del novel despistado, aparco el coche a escaso metros de la salida y meta de la XXVI Carrera Popular Hoz del Huecar. La nubosidad me obliga a adaptar las gafas deportivas y el viento fresco a decir: “Ande andará la primavera”.

Como siempre la información del recorrido y su perfil lo llevo perfectamente estudiado, por ello no me deja de sorprender cuando me dice de unas pequeñas subidas empinadas.

Entre el alboroto y algarabío del nutrido grupo de atletas, la lagunera Mónica y laguneros Bienve y Julián, se dejan  llevar por el ambiente de fiesta deportiva, donde entre bromas y euforia endorfínica se pone en marcha un tren multicolor de atletas.

Desde los primeros metros de la salida se mezclan los ánimos de los espectadores y los aspavientos de los corredores, que poco a poco nos vamos haciendo nuestro hueco. Tras pasar por las Casas Colgantes, comenzamos a surcar la Hoz del Huecar, sus vista nos dejan peñascos en sus formas y en difíciles equilibrios, que paren venirse encima.

Los algo más de primeros 5 km, dejan  un agradable llanear que van progresivamente poniendo a tono los músculos, si bien el Bienve, casi escorado en la cuneta hace un esfuerzo para reponer su pierna.

El paso del km 6, comienza a ser un anuncio de una escalonada subida que poco a poco comienza a empinarse. El jadeo va creciendo inversamente proporcional a la disminución del ritmo, donde poco a poco y entre giros de paisaje, podemos comprobar las vista a la inversa. Los esforzados músculos han logrado vencer los penachos, y ahora, después de algo más de dos kilómetros de subida se encuentra a los pies aquellas dibujantes formass ofreciendo un paisaje de altura donde entre resquicios se vislumbra Cuenca.

Quedan unos kilómetros de sube y baja, que de manera inesperada nos sitúan a la entrada de la Ciudad, donde su pórtico de entrada anuncia una frenética bajada. El ritmo se multiplica por dos, por tres o por  no sé cuánto, parece que vamos a echar a volar. Las calles de Cuenca nos reciben, su Plaza, la Catedral, los arcos del Ayuntamiento, sus gentes que animadamente flanquean la entrada a meta entre aplausos y ánimos.

Magnífica carrera en Cuenca.
JMR

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