sábado, 19 de noviembre de 2011

Achaques que acechan -Reflexionando-




-¡Eh!, ¿Dónde vas?,.. ¡Date la vuelta!-, ante tal contundencia y entendiendo que son pocas las ocasiones que puedo ir con unos/as colegas/gos en entreno; giro 180 grados y me incorporo a su ritmo. –Me habéis roto mi programa de entreno, hoy tenía algo de rodaje y series de cinco mil-. Al tono jocoso le siguen risas jocosas.
El ritmo es variado, tipo goma, se debe a lo peculiar del grupo: uno con su plan de correr para adelgazar, otra por hacer algo de deporte, alguno que mantiene cierta capacidad de competición y yo, que salgo a correr según el día me da.
Poco a poco los pasos trotoneros van tonificando los músculos, paralelo el cuerpo va asimilando el ritmo y tono de la conversación, como siempre el final de todo esto es que alguien dice que debemos probar. Sin más uno tira, otro le sigue y yo que no me quiero quedar colgado apretó el ritmo. Durante unos segundo (no creo que mucho más), siento que mi respiración, mis paso, mis sensaciones suben a un estadio de entrenos competitivos, donde sientes que debes aguantar, mantener el esfuerzo y agradecer las agradables sensaciones del de trontonear al límite.
Bajamos el ritmo, ahora recuperamos, recupero los metros. –Pepe, ¡impresionante!, hace tiempo que no he tenido tan grata sensación-
él, me contesta – es bueno entrenar con otros, yo cuando puedo quedo con un grupo en la chopera-.
– hace años que no he pisado aquella zona, pero que muchos años -mientras esto le digo, él busca el camino de las luces, y me apunta – A esta hora se entrena incomodo, por el día no tengo problemas de visión, ahora, cuando se oscurece me cuesta ver-,- que te voy a decir- sigo –cuando está un poco oscuro voy a corriendo como a saltos y con mucho cuidado-. La conversación va acompasada al ritmo de recuperación.
Andamos en esa edad que esta rayando los cincuenta, o como en mi caso los brinca, pero es cierto que existe una cierta conexión de vibraciones de corredores veteranos, en donde otro tiempo pasado el ritmo deportivo corría por otros derroteros competitivos.
Animado por todo ello, le digo – el día 11 septiembre, subí el anglirú corriendo, bueno menos aquellos tramos que casi era imposible-, él me dice – yo corro algunas carreras populares, pero evito las cuestas-. Se hace silencio.
Las pulsaciones están normalizadas. Le digo –soy como un coche viejo, no necesito cuenta revoluciones, por el ruido se donde están mis pulsaciones-, sigo- es más creo que ni necesito velocímetro-, una sonrisa mantiene el ritmo y la conversación – la experiencia de subir el angliru fue impresionante-, él me contesta –tengo una hernia de disco y evito subir cuestas-, dudo si decirle: “yo tengo d..”, pero preferí evitar hablar de esa madurez contagiosa en el que nuestros conocimiento anatómico está basados en la experiencia del achaque que la vida misma te va dando y le dije – Pepe, aunque quede mucho, quedas invitado a mi pueblo, el último domingo de agosto tenemos una carrera popular totalmente llanica, ¡te va a gustar!-.
Seguimos trotando, hasta que el camino nos separa y nos despedimos con un – A ver si nos vemos -.




JMR

martes, 1 de noviembre de 2011

Cambio de hora o jalogüin


Como otro día cualquiera y a la misma hora que otro día cualquiera inicio mi entreno.

Al igual que cualquier otro día sigo el circuito, es de sobra conocido.

Después de kilómetros de recorrido y una vez que el sudor cubre mi cuerpo, decido girar a la derecha. Quiero recorrer la larga recta, el camino de siempre: Soleado, envuelto en refrescantes sombras, ocupado por paseantes y paseantas, unos con perras otras sin perros, bicicletistas, andarines y andarinas, sin olvidar los incesantes grupos de corredores/as que se cruzan o pasan en cambiantes ritmos, haciendo todos ellos un tamo bullicioso y animado de tardes en asueto.

Giro a la derecha, con mi ritmo casi frenético troto los primeros metros, se que en breve debo de ajustar los paso para cruzar una pequeña acequia.

El sonido amortiguado de los pasos me pone en alerta. Trato de mirar más allá de mi propia zancada. No veo. Siento escalofríos. Sin apenas tiempo de reacción, la oscuridad me engulle, me succiona hacia adelante, sin dar la oportunidad de volver hacia atrás.

Mido mis pasos, trato de asentar las zapatillas en la seguridad de un suelo con otras luces firmes. Fijo la vista en el suelo, donde sólo refleja la oscuridad de las tinieblas, mis piernas rilean, haciendo falsos quiebros. Tiemblan. Busco la luz, mi mirada se cruza con gigantes de sombras que tratan de abrazarme. Otrora camino surcado de arboles que invaden con sus sombras, donde hoy y ahora dibujan formas oscuras de figuras fantasmagóricas que tratan de retenerme en la soledad de la oscuridad.

Trato de acelerar el ritmo, elevo brazos y piernas, troto y troto, no puedo ni avanzo. Busco otros ruidos, más allá de aquel oscuro silencio. Me envuelven unas risas, donde unos golpes secos de ultratumba parecen indicar una noche de bailes de botellas en fiesta de mutantes vivientes celebrantes.

Elevo la vista, donde me recibe una luna en menguante, con aura de tinieblas que enduren las sombras de oscuros espectros. Comienzo en zigzaguente trotoneo, quiero evitar sus proyecciones de tenebrosas formas. Deseo acabar el recorrido, respiro un aire espeso y húmedo, casi putrefacto, que penetra por cada recoveco de mi cuerpo. Al fondo la oscuridad dibuja figuras de zombies andantes, con contoneos y movimientos de rabo, envueltos en bolitas iluminantes que surcan las tinieblas del suelo, seguidos de amortiguados murmullos de ultratumba parecen atormentar el silencio de esta tenebrosa oscuridad.

Tiemblan, se contonean, se retuercen y se muerden. Hacen intercambios de flujos en donde la oscuridad los convierte en espectros anhelantes de fusionar sus cuerpos. Troto para salir de la oscuridad, quiero apártame de tan tenebroso húmedo silencio y espeso edor. Respiro, brazeo, .. al fondo aparecen las iluminarias, luces que indican el camino del camposanto de los semosvivientes. Lugar donde las quitas, primas en riesgos, porcentajes en paros, crisis y recesiones, índices de riesgos, avales, burbuja, recortes, estancamiento, austeridad, PIB, EPA, desaceleración, déficit, etc., nos hacen disfrutar de un devenir cotidiano libre de fantasmas, zombies o cualquier tipo de figura espectrante.
JMR

NOTA ACLARATORIA: Cuando sean las tres hay que poner las dos y cuando sean las dos hay que poner las tres.