viernes, 26 de julio de 2013

Prender el botón

Cuadro mandos del botón
-¿Sabe regular el aire acondicionado?-, contesto -¡Sí!, no se preocupe-. Muestro seguridad en mi respuesta, porque quiero aparentar que en esto ando de manera habitual. Cierro la puerta. Un fuerte sol entra por el gran ventana, trato de correr cortinas. Miro y remiro, no hay manera. Busco el mando de aire acondicionado (al menos refresco el habitáculo). Miro y remiro, no hay manera. Me encuentro extraño en aquel “cubitril”, tan hermoso y tan huraño a mi presencia que hace que mi estado adquiera un aire de de indignación “pardiña”. Me digo –No puedo ni cerrar una puñetera cortina-. Miro en los laterales de tan amplios ventanales. Escudriño paredes. Toco simulación de pulsadores en las paredes. Na de na, sólo me queda mi cara de bobo, pero aguanto antes de llamar para que me indiquen como prender.

Recuerdo la amabilidad para mostrarme como regular el aire acondicionado, en esa reflexión me encuentro, cuando  de manera casual focalizo un objeto, muy parecido a un cuadro de mandos del Nautilus, en donde una secuencia de botones y ventana digital se vislumbraba. Comienzo a apretar un botón y otro, de pronto observo como unas luces se encienden, otras se vuelven a encender y apagar, al mismo tiempo los visillos se corren enfureciendo un penetrante sol que invaden cada rincón de la habitación. Pulso nuevos botones, hasta ir entendiendo su lenguaje de impulsos eléctricos. Por fin me voy haciendo dueño y señor del complejo toqueteo botonario, logrando dejar en una calmosa oscuridad, donde un aire comienza a refrescar de manera tranquilizadora todo los espacios. Respiro tranquilo ante la toma del control botonario y dejo esparcir cada uno de mis músculos en tan espacioso y singular lugar.

Un rítmico sonido me hace levantar los parpados, que envueltos en una somnolienta mañana tempranera, en donde la extrañeza del lugar recorrida por la oscuridad de la noche, no ha dejado un sosegar tranquilo de sueños.  Trato de acertar en un primer botoneo de luces que, será en un tercer intento donde se dejará iluminar de manera tenue el habitáculo. Comienzo mi ritual arropador de indumentaria corredora.

Estoy preparado. Estoy listo. Comienzo a apretar uno y otro botón. Na de na. -¿Qué ha pasado?-  me digo, ¿por qué no funciona?- insisto. Na de na. Sigo inmóvil, No puede ser que la inmensa comodidad de una vida al sólo apriete de un botón, si este no funciona, todo quede paralizado.

Respiro hondo, al mismo tiempo que cierro los ojos para, en su nuevo abrir, tratar de ver la autentica realidad de un mundo sin botón, donde son la voluntad de mis músculos los que hacen que mi cuerpo se mueva en un lento trontoneo.


Mi cuerpo, en sincrónico trontoneo, se impregna de mar, de playa, de arena y fiesta que son totalmente ajenas al sudor húmedo que brota de mi piel que me dice la realidad de lo que será mi paso por este lugar: -Sólo serás dueño y señor del trazado de las zancadas en pausado trontoneo y ¡na más!-.
JMR

miércoles, 17 de julio de 2013

El Rey ha muerto,...

Muchos han sido las ciudades y sus distintos espacios, incluso ha ido mucho más allá de una simple atracción física, en donde el tiempo ha entremezclado sentimientos, ilusiones, llantos, alegrías, proyectos,… que poco a poco han ido produciendo un proceso, hasta llegar a un estado metafísico.

Adidas Supernova
Quizás si  mi nacimiento hubiera sido allá por las antiguas barrancas del cobre de Chihuahua, esto que ahora digo poco me importaría. Sería un Raramuri, donde mis pies se encontrarían envueltos en unas simples albarcas, cuando no, mis pies estarían acostumbrados a pisar y correr entre el terreno desde su forma más natural. Pero nací en Villafranca de los Caballeros, y fue allá por los años 60, cuando todavía algunos andaban descalzos, otros muchos utilizaban alpargatas y como siempre los que por entonces éramos pequeñajos nos chiflaba andar por los suelos en la expresión más minimalista (que dirían hoy en día), en la que una voz autoritaria sentenciaba –¡ande vas así!, ahora mismo ponte las zapatillas -, mientras se blandía la zapatilla entre las manos.

Han pasado muchos años desde aquel entonces, y muchas han sido las zapatillas, que con su evolución deportiva han ido cubriendo mis pies. Hoy aquellas últimas zapatillas, las supernovas, que tantas y tantas horas me han acompañado, tantas y tantas kilómetros han protegido mis pies y que en largos silencios de trontoneo  han  llegando a susurrarme. Estas zapatillas que siempre han tenido un rincón en la maleta, que me han seguido en todos y cada uno de mis desplazamientos, que han entrenado un día y otro también, que han competido hasta la extenuación. Hoy esas zapatillas, el complemento rey del corredor, han muerto.  En un acto supremo final han superado los kilómetros que marca las buenas prácticas del uso zapatillar deportivo, incluso han superando el sobre esfuerzo de ser las únicas zapatillas que han estado siempre presentes en cualquier entreno o reto deportivo, a pesar de todo ello sus últimos esfuerzos han sido un autentico acto de  “devotio”.

¡VIVA EL REY!

Asics Kayano 19
Cuando las situaciones se ven de venir, poco a poco vas haciendo un estrecho marcaje. Localizas marcas, modelos, tiendas, páginas web, comentas con unos y con otros. Haces cuentas y cálculos, para que al fin surja lo irremediable unas nuevas zapatilla: ¡VIVAN LAS KAYANO19!.

Esta vez, he apostado fuerte. He elegido la zapatilla de las zapatillas y desde el mismo momento que como un guante envuelve los pies para lanzarme a trontonear en sus primeros kilómetros, casi con esta puesta de largo ha tomado forma un proyecto CXC=S (Correr por el Camino para llegar a Santiago).

Nuevos retos, nuevos objetivos o simplemente el simple deseo de poder seguir plantándome las zapatillas para volver a lograr esa  especial simbiosis que sólo el tiempo, la constancia y la necesidad de correr por correr unen al corredor con sus zapatillas.

JMR

domingo, 7 de julio de 2013

I Carrera por la Integración Colombiana.

Ha sido un fin de semana entre Mr Bean y…, digo esto del SR. Bean porque he andao aplicando sus  técnicas  en la pintura de brocha gorda y un buen apaño he hecho. Mientras tanto entre brochazo y brochazo un poco de apoyar la integración desde el deporte.

Este domingo, la Embajada de Colombia organizaba la I Carrera por la integración colombiana, y en un descanso de entrebrochas al parque del Oeste me desplace.

Las 11,00 horas de la mañana no parecía ser la hora mejor avenida para correr, aunque sólo fueran 5 km y 200 m. Con un retraso protocolario de 10 minutos, en él que puso fin el himno de Colombia (También me hubiera gustado escuchar el himno de España), se dio el pistoletazo de salida.

El recorrido  era de dos vueltas en un entorno agradable, los arboles nos acercaban cariñosamente sus sombras, que en vertical el Sol arrebatador trataba de borrarlas. Se hacía difícil el frescor, a pesar de que un césped exhalando humedad nos trataba de reconfortar, pero por dos veces casi teníamos que escalar una cuesta de poco más de un km., que nos sacaba el resuello.

Paso el km 4. Sudor y agonía de un sofocante calor, pero sólo queda poco más de 1 km, y además, cuesta abajo. Trato de dejarme caer, intento alargar la zancada, “zas”, muslo derecho interior de la pierna derecha, emite un impulsos eléctricos que lanza un mensaje – Otra vez, después de más de un mes vuelve el dichosos dolor-. El SAMUR anda al acecho, pero quedan menos de 400 metros para llegar a la meta, y ya se sabe aunque sea a la pata coja hay que entrar por la línea de meta.

Lo más importante es que para hacer esta carrera, al menos no hubo que previamente pagar el parquímetro. Esta vez era de gratis.
JMR

lunes, 1 de julio de 2013

Escala, para seguir.

Donde en tiempo pasado unos brazos anastomasados ,
 hacían un discurrir en su cuenca media que dejaban a su paso lagunas y laminas de aguas de zonas pantanosas.
Hoy,
aquellas que frágilmente perviven, están reconocidas como Humedales de La Mancha
y Reserva de la Biosfera.


De camino hacia el Sur, y aprovechando que antes de sus intermedios está aquel lugar de cuyo nombre siempre procuro estar. Por allí quede.

Tempranamente y adelantándome a los calores que pausadamente van invadiendo con el transcurso del día. Allí y en la misma puerta del escaparate lagunar me recibía un viento de aire fresco, extraño y algo incomodo para “en las fechas  que nos encontramos”.

Humedales de Villafranca de los Caballeros
La visión de la laguna Grande desde el punto de inicio (el Cerro), son espectaculares, donde la magia del agua augura un verano de baños y buenas meriendas a las orillas de esta especial zona de baños en la misma Reserva de la Biosfera.

No tarda mucho el cuerpo en superar ese viento fresco, que como bien me recordaban -no es nada extraño que por estas fechas y en tempranas horas nos abrigaramos, cuando íbamos a entresacar-.

Tengo el tiempo justo para circunvalar trotonamente todo el perímetro lagunar de Villafranca de los Caballeros, en su laguna Grande y Chica. El camino trazado en sus afueras perilagunares facilita un trote pausado y reflexivo, sin mayor pretensión que empaparte de tú Tierra, y disfrutar de una inesperada mañana que la hacen distintas a las demás.

No tardo mucho en atravesar el escaparate lagunar, donde el verano antaño se contaba por baños. Pasado los baños de Eva, donde se  comienza a desdibuja la imagen tradicional de los tórridos veranos de chapuzón; el ritmo cansino y relajado deja surcar el camino que otros años las aguas charqueaban los pasos y trasladaban unos reflejos de pletóricas aguas sin margen. Extraña sensación de un hogaño donde los record de precipitaciones nos remontan a años ha.
Humedales Villafranca de los Caballeros

-Adios- a los que habitan la chinforrera y al paso dejando al margen derecho el silo del Tío Claudio, una precipitación de zancadas me adentran entre robustos taraices que ensombrecen agradablemente mi ritmo. No ha mucho que, y tras dejar este flanqueo de majestuosos arbustos en una tierra ruda, mi sofoco ritmo se encuentra invadido por una dehesa boyal.  Planicie verdosa de tonos grises, de vista esteparia, donde a los pies de sus hierbas  con sosiego y esperanza aguardan la llegada de sus láminas de agua que con el ligero viento mantenga  ecosistema dentro de este conjunto de humedal, que otro año más deberá esperar. ¿Por qué?.

La amplitud de norte a sur de esas tablas, fronteras entre río y lagunas, van dando paso al inicio para cerrar el círculo, donde los mojones de “MP” van sumando números 83, 84, 85, etecetera.

El embarcadero, barrera imaginaria que se abre al escaparate pletórico del verano, donde baños, chapuzones, meriendas y descansos trasladan un asueto de antaño, pero que hoy desde una profunda sensibilidad a esta zona y especial humedal, deja un extraño sabor amargo  porque el ciclo en este año, donde las  abundantes lluvias se han dejado intensamente sentir, no se ha acabado de completar. ¿por qué?.

Ahora en un lento caminar, donde de manera pausada va dejando que la respiración relaje los músculos y las vistas, desde el Cerro, se pierdan en esta aguas que se mueven bajo un espíritu visceral. ¿Por qué?.
JMR
.
NOTA: El proyecto Life "Humedales de La Mancha" ha estimado que en 26 años se ha destruido un 25 por ciento de la vegetación natural de los humedales de La Mancha Húmeda que forman parte de la Reserva de la Biosfera y que se encuentran incluidos dentro de la Red Natura 2000. (eldigitaldecastillalamanca.es, 24/06/2013)