domingo, 23 de diciembre de 2012
Emigrantes los que no vuelven por Navidad
martes, 18 de diciembre de 2012
IX Carrera Montaña de Navidad en Cercedilla
A los pies de una leyenda |
jueves, 13 de diciembre de 2012
Sólo ausencia de calor
No es una posición es un estado |
domingo, 9 de diciembre de 2012
Encuentro
domingo, 4 de noviembre de 2012
Espejismo
Laguna Grande de Villafranca de los Caballeros, 3-11-2012.
JMR
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domingo, 28 de octubre de 2012
Mi tiempo (Persistencia)
lunes, 22 de octubre de 2012
Nos echamos al monte
domingo, 14 de octubre de 2012
Recuerdos
JMR
domingo, 30 de septiembre de 2012
De donde fue nombrado caballero
1º Veterano B (Puerto Lápice 2mil12) |
martes, 7 de agosto de 2012
¡Temblad! (un secreto bien guardado)
domingo, 22 de julio de 2012
Por el camino de enmedio (MI VOZ)
lunes, 14 de mayo de 2012
tiocazuela.com
martes, 24 de abril de 2012
“Rock `n´Roll Madrid Maratón”
XXXV MARATÓN POPULAR DE MADRID
"Corro, pero no tengo prisa por llegar. Corro buscando nada y encuentro todo". Aurora Pérez.
Voy a citar, una vez más, a mi querida amiga y atleta española veterana más laureada de todos los tiempos, que el viernes previo a esta Maratón daba una charla junto a Martín Fiz en la Feria del Corredor. Y es que pocas palabras pueden decir tanto.
Los que llevamos unos años en el oficio de “carrerista” (según el Diccionario de la RAE: “Persona aficionada o concurrente a las carreras”) no podemos explicar muy bien a “los otros” el sentido del esfuerzo que supone una prueba tan exigente como la Maratón. Y además no te deja indiferente ni admite término medio, o la odias o, una vez que acabas, empiezas a plantearte cuál será la siguiente.
Es una locura, una aventura, un machaque, una droga que engancha, un paseo turístico por la ciudad, una ruta de cañas y tapas, mejor dicho, bebidas isotónicas y geles o barritas energéticas, un reto, una obsesión, un placer, un castigo, una bendición. Una suerte tener salud para terminarla.
Es como la vida misma. Atraviesas momentos de euforia, como en la salida. Momentos de bajón, como la soledad de algunos kilómetros sin público. Nuevo subidón al saludar a aquella persona conocida que te ha reconocido en el rio de participantes. Nuevo bajón cuando empiezas a sentir alguna molestia preocupante. De nuevo te sientes el rey del asfalto cuando calculas que tu ilusión y fuerza de voluntad superan a los km que te quedan por llegar. Y así se van sucediendo los altos con los bajos. Y es que son muchos minutos corriendo en compañía pero solo, con amigos o conocidos que encuentras en el camino pero contigo mismo en los momentos de dificultad.
Este domingo 22 de abril 7 atletas laguneros tomaron las calles de Madrid, constituyendo la mayor representación de este joven club en la prueba. 4 debutantes y 3 veteranos salimos mezclados en 2 grupos para luego repartirnos estratégicamente por el recorrido. En realidad uno más, el octavo maratoniano, estuvo muy presente y animándonos en distintos puntos del recorrido, Pedro Sicilia, al que dedicamos nuestra carrera pues por una inoportuna lesión le impidió redondear la cifra y continuar sus 10 participaciones consecutivas en MAPOMA.
Debutaban un padre y una hija, Bienve y Mónica, en otro hecho sin precedentes en nuestro pueblo. Junto con Isidro y Casero, completaban ese cuarteto de corredores que viven su primera e inolvidable experiencia de lucha contra la distancia y con afán de superación. Sólo los que han vivido esta situación conocen el aluvión de sentimientos que se agolpan en los últimos metros llegando a meta.
Completaban el equipo desplazado a Madrid los hermanos Florencia y Juanjo, y el que suscribe, Pedro, que disfrutamos como niños. No era momento de mejorar marcas, me quedo con la gratificante labor de acompañar a un debutante, intentando saborear y contagiarme de su emoción al recorrer la última recta del Retiro.
¿Para cuándo la próxima? No sé si podremos aguantar un año hasta Madrid 2013, nuestro apetito de kilómetros es insaciable y el panorama nacional e internacional nos presenta un menú bastante variado de pruebas a las que hincarles el diente.
PFMR
lunes, 9 de abril de 2012
La mística del correr o el cambio de hora
Arreciaba un fuerte viento, para mi entender el peor de los enemigos del corredor. Cada cruce de calles se convertía en un revuelo de pelos y azote de ropas, pero el lugar merecía la pena conocerlo al tronton.
En dos zancas me encuentro en todo un esplendido paseo marítimo. Dos posibilidades, a la izquierda playa de construcciones modernas turísticas y a la derecha la posibilidad de rodear un histórico casco. La elección se hace fácil.
Dejado por el capricho de conocer y bordear una costa amurallada, con los primeros braceos compruebo que el viento de levante favorece mi trotar. El aullido del viento se entremezcla con el alterado Atlántico. Las imágenes merece la incomodidad del aire racheado, además quiero rodear todo una antigua ciudad costera amurallada, testigo de mil batallas en la mar.
En uno de los movimiento oteantes, compruebo que el Sol esta entrado en picado hacia el horizonte marino. No lo dudo y recalculo el entreno. No puedo perderme este espectáculo para un trotonero de tierras adentro.
Aprovecho la oportunidad de mi móvil con pixeles, para inmortalizar el acontecimiento, es una ocasión que pocas veces voy a tener: Correr, ver el mar, su horizonte, su sonido, el viento y al fondo la rendición del dios sol ante un mar embravecido.
Cuando todo ello va aconteciendo, el conglomerado de sensaciones se ven como el azote alterno de un embravecido oleaje. El racheado viento comienza a mezclar música de tambores y trompetas. Es magnífico, trato de ubicarlos sólo logro percibir sus sonidos, al mismo tiempo que avanzo los sonidos cambian. Se encuentran esparcidos, y aunque andan en ensayos, su música me lanza al camino que enlaza al castillo de San Sebastián. El viento parece querer expulsarme de su estrecho, de vez en cuando algún que otro oleaje invade mi cuerpo. Merece la pena, al fondo el Sol comienza a acariciar el horizonte. Quiero llegar al finito de la tierra, quiero ver como la diosa Mar engulle el dios Sol.
Viento, Mar, horizonte, Sol, Tambores, Cornetas,… respiro hondo. No corro, solamente miro y disfruto de un espectáculo que en tierra adentro no se ve.
sábado, 31 de marzo de 2012
La máquina
Desde la estación de Chamartín (en pleno remozo), nos montamos en el bus, donde después de una corta ruta nos vimos en las puertas tan amplias instalaciones. No teníamos ni un duro para gastar de más y allí delante de la puerta permanecimos, donde la grandeza estaba en que en sus adentro uno podía patinar en hielo.
Por un momento me quede “pasmao”. Mis ojos no daban crédito, allí en la calle entre el trasiego de gente y vehículos, una pareja, como actores principales de imágenes escénicas se encontraban apasionadamente abrazados, al mismo tiempo que fundían sus bocas en ardor, mis tabúes se hacían “añiscos”. Me quede embobao mis ojos debieron ser frotados para ver entre luces de farolas lo que años atrás era furtivamente realizado entre mantas de quicios de puertas.
Años después y en mi primer desplazamiento de metro para cumplir con mi obligación patriótica de “la mili”, aventurado por la tímida seguridad de haber pasado de recluta a soldado de valor se supone, me atreví a desviar mi ruta y aflorar mi cabeza en la famosa Puerta del Sol. Allí estaba, sólo. En medio de un incesante trajinar de gentes. Era un domingo de tarde de primavera. Mis pies se anclaron. No era capaz de ir más allá de 10 metros de la boca de metro. Tenía la sensación de que de ir más allá, aquella marabunta me absolvería o que en el mejor de los casos aquella “boca de metros” acabaría desapareciendo del lugar. No fueron más de cinco minutos en la superficie, donde permanecí inmóvil y anhelao. Fue suficiente para pensar que aquello era muy grande y con bastante más gente que los que purulabamos apasionadamente entre “El Roce”, el “Exágono” o los cines de “Morrós” o” Vitor”.
De aquellos entonces, hasta estos ahoras han pasado muchos muchos años (no menos de treinta y cinco). Refiero esto porque después de tanto años, creo que para mi orgullo sigo percibiendo esos ahogos de convencido pueblerino, a veces en castizo soberbio es etiquetado como “paleto”.
La fuerza de la alta velocidad a gran distancia me ha desplazado y en compensación el día me va a tener ocupao. Son varios los días, como siempre en la “escusa” que acompaña mi moderna maleta lleva: Unos calzones , un pirata y calcetines Kalenji, todo ello acompañado de una camiseta técnica de la carrera de la turno y sin olvidar las zapatillas.
-El gimnasio está en la primera planta- me dice una amable recepcionista.
Al día siguiente, en mañana tempranera, de segunda a primera planta donde busco y remiro, dudo si aun sigo adormecido. Restaurante tal a la izquierda, salón cual a la derecha, al frente habitaciones de tal a cual siga la flecha. Miro el reloj y bajo a recepción.
-Según sale del ascensor a la izquierda- me dice el amable recepcionista. Subo. –¡Na!, que no atino- es lo que me digo, porque por más que miro no veo un letrero que diga “Gimnasio”.
Eureka, por fin una amable empleada me dice: -¡Sr.!, está ahí enfrente-. Cierto una enorme cristalera opaca, con un enorme y moderno rotulado que indica “FITNESS”.
Encaro la cinta. Subo con respeto. Pulso un botón. Na da na. Más botones, por fin comienza a rodar y yo a trotar. Anduve o corruve por casi 45´. Las sensaciones extrañas, el sudor raro, la brisa marina estática, de horizonte plano y vista cortas.
Así en máquina mañanera mis piernas se vieron ejercitando un correr diferente, moderno, actual y sobretodo safety.
Y tras un encorsetado aire malagueño, regreso en veloz distancia, acompañado de restos de sudor frio, que fueron ahuyentados por los zambombazos de un 26 de marzo de 1812, donde el Riato se hizo testigo de cómo el pueblo chelero dió palpelo en singular batalla al franchute invasor.
JMR
ESCUSA: Especie de cesta hecha con pleita o esparto para llevar la comida (avío) al campo (mirar en el diccionario chelero)
viernes, 9 de marzo de 2012
11M
Es verdad que no siempre resulta fácil. Los recuerdos los malos, permanecen agazapados y a veces vuelven. Encuentran mil puertas para presentarse. Las imágenes de cualquier guerra, de cualquier accidente, de otros atentados… Todas esas imágenes te devuelven a tu atentado. O sales a la calle y ves un cartel, cualquier cartel, en el que parece el número 11. Y tú lo asocias. O ves un tren, aunque sea un tren de juguete. Y tú lo asocias. Los psiquiatras me han dado de alta, pero no puedo dormir sin medicación.
Generalmente no duermo más de dos o tres horas seguidas. Pero ya puedo aceptar mi situación. Me he acostumbrado a aceptarlo. A eso es a lo que me han enseñado los psicólogos. A eso, y a sacar la angustia.
Desde el atentado he corrido tres maratones. Ya no me importa el tiempo que tardo. Mentiría si dijera que no me gustaría volver a correrlos en tres horas. Pero simplemente ya no puedo. Los pies que parecen estar pisando plásticos de burbujas, y que a veces se duermen, ya no me dejan. Ni las piernas, que cuando les pido demasiado se agarrotan y me producen calambres tan fuertes que tengo que golpearlas con los puños mientras hago estiramientos hasta que las contracturas se relajan. Ni mi sentido del equilibrio. A veces durante las carreras, o simplemente cuando estoy caminando en las pruebas de orientación, lo pierdo y me caigo. Me caigo mucho. Pero siempre me levanto y continúo.
2. Tengo que seguir. Gonzalo Villamarín, corredor de maratones y pruebas de ultrafondo. Víctima del 11-M (La pasión de correr,Francisco Medina).
domingo, 26 de febrero de 2012
Entreno con mascaritas
No hay mejor forma que iniciarlo con una suculenta cena entre algunos de los amigos y para ello que mejor invitarlos entre un buen fuego hogareño. Como dicho estaba: - Esta noche estas invitado a cenar -. Con todas las avituallas ergoyo allí se presentó: Harina de almortas, setas y vino. De invitado a cocinero y con unas buenas gachas nos degusto.
De la cena bien paneada, y en vez en cuando una enérgica libación, con el mejor caldo de los viñedos de la ribera del amarguillo, con denominación de origen “cuarteroncete” .
En la penumbra de las luces, mi vecino experto barman, nos ofrece su atención: - Un benfiter con tónica-. Noche de disfraces . Del silencio de la música pasamos a la oscura “procesión”. Se nombran los primeros, que son antes que los terceros. Siempre y como cada años damos nuestra opinión. Un ligero efluvio de vapor me recuerda que tempranico andaremos al tronton.
Domingo de mascaritas.
Todos los que estábamos, andábamos preparados. Desde donde el frio se mezcla con la tierra y el agua, en cumplidas mascaritas andábamos enfundaos. Guantes esconde manos, “braga” tapa caras, gorro guardapelos y muchas capas dan el inicio de los primeros comienzos de un gran día.
-¿a qué no me conoces?- parece ser, querer decir los primeros pasos de los atletas laguneros que, escondidos tras las capas hacen sus primeros pasos de titubeo. – Que frio la semana pasa-, - que incomodo el viento-, - ¡cuidao!, con este nuevo que tira fuerte-,… frases sueltas y dispersas que van entonado el ritmo.
Las gargantas ajustadas bracean a un ritmo acompasado de - ¡parece mentira que, no me conozcas-.
El sol comienza abrazar nuestros cuerpos, el ritmo, ya va a su ritmo. Es el momento de disfrutar de la fiesta, de quitarse la máscara. Estamos en el momento del equilibrio, las fuerzas y las bromas se sienten compatibles. – Aquella puritana mujer que decide perder su….- o el – tomellosero que es lanzado a la luna, junto con…- es la etapa de la “correrisoterapia”.
Trotar, reír, disfrutar, bromear entre mascaritas de carnaval.
JMR
domingo, 12 de febrero de 2012
Un día cualquiera
Después de despertar los músculos y tensarlos, mediante movimientos repetitivos que rompen el frio penetrante de una noche de temperaturas glaciales, comenzamos la jornada en puntual hora inglesa .
El dios sol desde su mañaneros inicios, efectúa un continuo y lento caminar, donde los cristales simular un viento cortante, mientras desde las sombras de umbría esperan el oscurecer noctambulo que afiancen los hielos febriles del invierno.
Llega la tarde, y con el paso de la tarde el temprano anochecer. Va llegando la hora, esa hora de las zapatillas y multicapas. –Que moral tienes, uds-, me dice casi cada uno de los días una señora en sus últimos quehaceres. Le sonrío y bromeo. Pa mis adentros, me digo: -No tengo ni pizca de ganas, y menos me siento valiente-. Soy todo pereza y desgana. Quiero dejarme llevar por la justificación del cansancio; por mi mente salta ideas y ganas que me motivan a dejarlo para otro día.
Siento la pereza y la pereza me quiere arrastrar.
Las capas se suceden, esta vez la” braga” la subo hasta sólo dejar visible el amarillento color de mis gafas corredoras, dispongo las orejeras, me sitúo mi ojo de cíclope, móvil al bolsillo y guantes que no falten. He roto el maleficio de la pereza que cada día me invade.
Trotar, vencer las ráfagas de viento, aguantar los gélidos aires del anochecer, mover los brazos y sentir el vaho en tinieblas, trotar.
Intento levantar las piernas, ampliar la zancada, quiero dar la sensación de ir a menor ritmo. Por su ruido y sus paso cortos y rápidos se acercan, siento que me desean alcanzar y rebasar . Amplio la zancada, quiero mantener un ritmo despreocupado, ajeno a cualquier otro trotar. Su respiración, su constancia, los golpes y resoplidos se van acercando. Braceo, mientras todo el cuerpo filtra los frios que van tomando la noche. Me va alcanzar, por sus cortos pasos, por su constancia, por su zapatilleo en el suelo y por su respiración, dibujo en mi mente a una persona adulta, varón, próximo a los sesenta o algo más, quízas con rasgos atléticos.
Me roza su viento y me rebasa. Ella es corredora, sobre la cuarentena, atlética y de ritmo vivo. Será que el frio traspasa mis orejeras, será que el viento hiela mi sesera. Sigo a mi trote y enciendo mi ojo de cíclope (me facilita ir por lugares oscuros, tranquilos y casi aislados).
Cuesta arriba, cuesta abajo, camino llanero, trotar, bracear, levantar los pies, … rompo en sudor, donde el aire gélido penetra en cada uno de las capas, expulso vaho que parece congelarse y la nariz suelta una leve moquita de estalactica.
Cuando el ritmo me invade y el sudor se encoge en frio, siento otros pasos. Esta vez mi cuerpo está en ritmo. Respiro y expulso su vaho. Quito con mi guante mi estalactita. Zanqueo y mientras braceo, de los ojos brotan lágrimas de frio, que surcan mis mejillas y sorbo en desaires de mantener un ritmo trotonero que me lance al amanecer del siguiente día.
domingo, 5 de febrero de 2012
Tengo que seguir
sábado, 21 de enero de 2012
6 de enero (de esollón y cardenal)
El sol que afloraba de manera tímida, aportaba una luz de casi de atardecer. Tras mi lento trontoneo, no dejaba de virar la vista al frente, a la izquierda y a la derecha; no quería dejar nada por explorar.
El suelo era arenoso, formado por una tupida capa de “chinas”. No había que temer cuestas, algún que otro giro y por eso de hacerlo algo más largo debía de salvar algunos tramos de rocosas escaleras.
Me encontraba en la última vuelta, después de vadear por unas escaleras, al fondo diviso dos siluetas. Calculo la distancia y alzo la zancada, quiero hacer un último esfuerzo para transformar este entreno en una victoria.
Corro, braceo y me acerco. Analizo y pienso. Cuando la estrategia de adelanto está preparada. En el último momento, y ante un justo camino las figuras se abren,- ¡NO!, entra por medio- me digo. Sin tiempo para más, cojo el camino de en medio.
La punta de la zapatilla (no se si la izquierda o la derecha), da un punta pie. Mi cuerpo se abalanza. Me extiendo por los suelos. Noto un deslizamiento en lija. Unas palabras que logro descifrar me tratan de decir algo así como “le ha ocurrido algo?”. Yo digo: - estoy bien, gracias-me mira , y me da que piensa –De dónde ha salido éste-.
Vuelvo a casa. Sigo las marcas, recta en profunda curva, reloj, banderas, pajarraco, cura en pilastra y giro a la derecha. Es en este momento, cuando todos los portales son iguales, y el frio seca mi húmedo cuerpo, cuando me digo la bruja Befana me ha traído un “esollón” por la izquierda en hinchazón, un gran “cardenal” por la derecha y un frio en vertical que si tardo mucho más en centrar el dichoso portal me tienen que amparar.
Entró y bromeo. Ducha, café y galletas. Me relajo, miro el reloj (mejor dicho el móvil). Son las 12,15 horas, en ese momento me da que me queda por hacer algo. Pienso. Mientras siento el sol que tras su paso por la ventana choca con mi espalda, no me viene eso que me queda por hacer.
Una voz, me dice: -Venga vamos, que hoy hay mucho que andar y ver-.
Na que este cambio de aires me tiene “aventao” y, me da que por mucho andar y ver, me queda hoy algo por hacer.
sábado, 14 de enero de 2012
No tiene precio
Una mañana dominguera de otoño, aparecí con mi cámara chiquitilla y dije – hoy vamos a grabar-. De pronto se produjo una esparramera, parecía que esto no era lo previsto.
Viendo que con cuatro voces de ánimo no llegábamos a buen puerto, sólo era grabar lo primero que se acertará a hacer y decir.
Cámara en ristre y al tronton, mientras aparecían los primeros sudores, cuan subidón etílico el personal se fue animando. Frases, voces, gestos, comentarios, risas,. .. todo se fue recogiendo. No hubo ensayo ni repetición. Al final cada uno puso con buen humor lo mejor de sí y de una manera deportiva.
Las Lagunas es un espacio que nos brinda cada mañana de domingo, los que por allí aparecen, la posibilidad de recorrer tan excepcional humedal del Centro de La Mancha. Aquella mañana, se entreno, nos divertimos y quizás alguno des cubrió su faceta artística.