domingo, 9 de diciembre de 2012

Encuentro

La mañana se anuncia en apacigüe calma, la niebla en severa espesura ha ido poblando el paisaje. El frío penetra por cada rendija que deja el ropaje, haciendo escasas las tres capas. Una vez ajustadas las orejeras y enguantadas las manos, comienzo un tranquilo trontón.
Después de un espaciado tiempo, sin disfrutar de tan apacible silencio, quiero hacer que  mi tranquilo trontonéo se vaya inundando de la tranquilidad de este espacio. No tengo prisa, quiero disfrutar de este duro frío manchego, escondido entre la espesa niebla a las puertas de un nuevo invierno.
Por fin no tengo prisas por nada, busco que mi mente se inunde de nada, dejo que mi ritmo sea el de ninguna prisa, quiero que el camino sea el de ninguna parte, solo aspiro al deseo de sentir esta mi tierra, el lugar que pertenezco, lugar que siempre me reencuentro.
Tranquilidad, silencio, disfrute, soledad, sosiego,… mi tierra.
El largo silencio, se amortigua en pisadas. Echo la vista atrás, donde una generosa niebla esconde las multiformes piedras que otrora eran engullidas por generosas aguas. Su ritmo me alcanza. Su desconocimiento, me sorprende. Solo es cuestión de hablar el mismo lenguaje, seguir los mismos pasos y entender un camino de rasgos llanos, de vistas largas, de empaparte de un lugar mágico donde la rudeza de su tierra siempre da una tregua.
Poco a poco nos dejamos llevar del lenguaje simple, del querer conocer, por las ganas de mostrar. Soy de aquí sin estar aquí, vivo aquí sin vivir aquí, esta es mi tierra donde disfruto, donde me pierdo.
La fuerza del sol abre la niebla. La fuerza de las pisadas, intercambian entretenida palabras que dan referencias e inquietudes. Cáceres y Villafranca de los Caballeros dos lugares simétricos y distantes, y al mismo tiempo unidos por un punto equidistante: Madrid.
No somos extraños porque hablamos el mismo lenguaje en distintos retos. La mañana es agradable, apacible, tranquila, silenciosa,… sólo rota por gratos encuentros y rápidos saludos. El carreterín anuncia la última procesión de pasos. Aquí tienes un lugar para correr, un espacio para disfrutar y una gente que no te hará sentir extraño.
Nos miramos, nos saludamos, nos despedimos y en lento trontón nos echamos la mano. –Encantado-, -Me llamo Domingo- ,-Yo, Julián,.. Allí un poco más adelante, todos los domingo a las nueve siempre hay alguien del Club dispuesto hacer kilómetros-

1 comentario:

Anónimo dijo...

correr por correr,sin prisas,sin tiempos,solo disfrutar,un placer.
Federico