miércoles, 20 de julio de 2011

El valor de la sombra

Las primeras horas de la mañana de mediados de julio apuntaban unos destellantes rayos de sol que presagiaban un calor extremo en estas Lagunas de Don Quijote. Ya en los primeros metros, y a pesar del barullo de conversación del grupo de corredores laguneros, el sudor comienza aflorar por cada uno de los poros de la piel. El ritmo pausado y continuo, mantenía una formación de legión romana lanzada en batalla, donde el sol en lenta elevación se va convirtiendo en testigo mudo de esta loca andanza trotonera.
La frente sudorosa resbalaba lágrimas de sol mientras el braceo mantenía un amortiguado ritmo. Una vez que nos alejamos del camino circundante lagunar, para entrar en el camino de los Marotos, los rayos de sol se hacen dueños y señores de una llanura extensa y amarillenta, donde en la lejanía dejaba divisar la silueta del pueblo chelero.
Los sorbos de agua que se reparten tratan de apagar el recalentón que aflora en cada centímetro de la piel ante la insistencia de un aire sofocante, donde las sombras aletargadas bajo el intenso y brillante sol que domina un paisaje de estío de tierra reseca y polvorienta.
Entramos en el carril de la Torquilla, donde se muestra con crudeza la intensidad de la mañana adueñada por un sol devastador, de calor intenso y sofocador, donde las sombras son absorbidas por la interminable llanura chelera.
Retomamos el camino circundante de las lagunas, en ese momento sentimos la esbeltez de unos "taraiz" que flanquean un amplio tramo del circuito. Como porosos botijos veraniegos pasamos por sus ansiadas sombras, donde una ligera brisa surca nuestra piel. Sus sombras devuelven el aliento, donde el cuerpo y espíritu parece crecer ayudando a mantener el ritmo.
La cuesta hacia el silo el tío Claudio nuevamente deja lanzar aterradores rayos, sus efectos parecen querer arrebatar la bondad de las tan escasas y anheladas sombras pasadas. Siguen los pasos, siguen los rayos, sigue el sol. El calor te inunda, los labios se resecan, la saliva es pastosa, la mente se nubla, los pasos parecen retroceden, el grupo se aleja, hace falta sombra donde la brisa te recupere.
No existen, no están, han desaparecido todas las sombras, el sol y sus rayos dominan todo el escenario, corres, trotas, caminas, andas, sigues,… en un tiempo donde las sombras son muy escasas y en un lugar donde las sombras desaparecen.





JMR.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

pero buen Julian ¿que hora era? hay que salir antes

Anónimo dijo...

Antes no, mucho antes, es más hay que ir a la hora del alba y con el tintineo de las campanas.
Si que las sombras mas tarde no es que desaparecen, es que ya no existen.
JMR

Anónimo dijo...

seria fabuloso trotar por las lagunas,a la sombra y encima no madrugar Federico