martes, 6 de agosto de 2013

Travesía por el río Amarguillo

Jose Luis Sampedro en 1961 saco a la luz la novela “El río que nos lleva”, trata de una cuadrilla de gancheros pastoreando la madera desde el alto Tajo. De este libro recuerdo, aquel personaje, un crio, que entremezclado en ese peculiar grupo de transportadores de troncos, donde una particular forma de sobrevivir, va enseñando la dureza de la vida al Galerilla, que a través de esas bofetadas inesperadas de la vida casi le hacen dar pasos de gigante a una pronta madurez.

No es comparable la fuerza ni la robustez de aquel río bravo, con la aparente calma de nuestro cercano río Amarguillo, aunque tras él arrastra una oscura historia de inundaciones y miedos, que apenas hoy están superadas y que nos llevan aquellos millones de años  en el que su bravura y su ir contra corriente fue lo que logro que el río Amarguillo se creara a sí mismo, río de ancho cauce, de aguas bravas y combativas, haciendo válido aquellos que los estudiosos dicen de los ríos: Escultores del relieve, o como el ilustre escritor Miguel de Unamuno describe, alma del paisaje.

 Si  hace millones de años de forma rebelde y aguerrida, el río Amarguillo emergió contra corriente, hoy en día, cuesta creer que aquella rebeldía haya sucumbido a la tranquila disciplina de la pasividad del río Guadiana, en la que sólo y ocasionalmente, el río Amarguillo, se manifiesta en su  primigenia bravura, alcanzando aquellas zonas que furtivamente se le han ido cercenando.

Arañando en sus más cercanos días, ya casi recónditos días en mi frágil  memoria, en los que las tardes soleadas de invierno y en sus primaveras, se convertía en lugar de paseos, donde se apreciaba el sonoro paso del agua cristalina que no ha mucho tiempo había servido para el lavado de ropas. Desde aquellos tiempos a estos actuales, mucho ha cambiado. Ya en sus márgenes no se acomodan sacos terreros, ni su curso de aguas fluye con la frecuencia de aquellos entonces. Hoy el río Amarguillo, casi siempre en está en un permanente duermevela, a la espera de un temporal de bruscas lluvias que le despierten de su letargo.

Y ha sido este año, cuando las precipitaciones abundantes han hecho que el arroyo Valdespino irrumpiera con fuerza y junto con las aguas de la sierra la Calderilla el río Amarguillo emerja pletórico con sus aguas. Está situación nos removió para de alguna forma surcar por el interior de sus entrañas para rememorar sus más de 300 millones de años de su proceso de conformación (Profesor Máximo Martín Aguado), junto con aquellas otras mezclas de historias contadas y vividas.

La experiencia, a los que en barca, penetramos en sus aguas nos dejó un cierto regusto y placer, que nos hizo sentir que el río Amarguillo sigue siendo parte de la vida de sus pueblos ribereños y aledaños. No somos los primeros que surcamos sus aguas, pero aprovechando los calores tórridos que inundan nuestra querida Mancha, quiero mostrar estas refrescantes imágenes desde el interior del río que nos lleva: El río Amarguillo.
JMR

NOTA: Agradecer el apoyo logístico aportado por Juan y Domingo, también resaltar la alegría que aportaron el nutrido grupo que con aplausos y gritos nos recibieron en el puente sobre el río Amarguillo situado en el camino del Monte.

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