miércoles, 21 de enero de 2009

Al trontón

Debía de ser más lo días en dedicar un poco de tiempo en cumplir con mi entreno. Una vez asumida la dificultad de poder cumplir con un rigor de milicia romana, al menos, los días que puedo y a las horas que cuadran calzo las zapatillas y aplico un ritmo trontón que finalizan en unos justitos estiramientos y algo de justificados abdominales. Convenció estoy de que la nula planificación y la desastrosa calidad, en modo alguno van a fomentar que mi cuerpo fondón se acerque a estilizar su acusada maduración, pero aun así, siempre que puedo lo intento porque es el único momento del día, del mes y del año que logro alejarme lo suficiente del novedoso, modernísimo y revolucionario invento tecnológico como lo es el “móvil”.

El teléfono móvil es el autentico invento que ha revolucionado este avanzado mundo social. A través de él, la sociedad se ha mundializado o como mejor hoy dicen se ha globalizado, hemos rotos fronteras, hemos creado espacios virtuales y todo circula a increíble velocidad: el dinero, la información, las imagines, etc.

Cuando voy enfundado en la ropa deportiva asumo no superar el ritmo trontón, en cualquier momento siento un zapatilleo trasero que logra superarme como avezado corredor, reconozco que hoy por hoy no existe ni plan de entrenamiento ni entrenador capaz de sacarme de semejante torpeza atlética, tampoco yo lo quiero, porque de momento lo que si he conseguido es que mi mente deje circular libre mi pensamiento, que salte de una ilusión a otra, que sea capaz de hacer cambios de ritmo o hacer series. Unas veces obtengo mejores resultados que otras, la cuestión final es que me sanea y me obliga a mejorar, al menos eso creo, otras me hacen saltar imágenes, situaciones, personas o lugares que parecen ser de otros lugares. No busco ser utópico ni idealista quiero conectar con la realidad y todo ello en unos explosivos 100 metros me dice que estamos muy lejos de una verdadera sociedad avanzada de pleno equilibrio donde el teléfono nos acerque con nuestros iguales por no existir diferencias en los derechos humanos, donde las imagines que recibamos sean de nuestros iguales sin desigualdades, donde la información que recibimos de nuestros iguales sea por la sola acercación de culturas. Quizá la secuencia final que complete el proceso de la nueva sociedad tecnológica interconecte con lograr un concepto expansivo de lo que significa ser humano y sea en ese momento cuando las imágenes e informaciones que enviemos o recibamos nos veamos iguales porque así somos.

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