sábado, 8 de marzo de 2008

MUJER




He buceado lo que mi entender puede en este medio; mis ganas de obtener unas imágenes videográficas que reforzaran mis recuerdos y emociones de aquella tarde se han visto defraudadas.

Quizás por ello elevo a heroína, aquella mujer que una tarde de agosto me encogió el corazón. La ganadora, Joan Benoit Samuelson, había cruzado la línea de meta. Aquel día la Maratón Olímpica Femenina comenzaba a escribir su historia, era la primera en la que las mujeres se enfrentaban a esta dura prueba, no sin antes y como siempre sufrir duras críticas negativas, bajo peregrinas acusaciones, de la participación de la mujer en este tipo de disciplinas: Este tipo de carreras envejece a la mujer antes, no tiene capacidad de resistencia, etc.

El sol quemaba, los espectadores y tele-espectadores nos quedamos mudos durante casi 6 minutos al ver a una mujer solitaria, a casi 20 minutos de la ganadora; dicen que no corría, para mí era lo de menos porque enfrente sólo veía a una maratoniana, con la cabeza ladeada, sin braceo, con cuerpo desequilibrado, pero con la mente pletórica en su objetivo.

A veces dude, creía que los que le acompañaban (personal de la organización y médicos) la iban a retirar y con ello romperían la magia de la maratón. Su paso lento y zigzageante obligaban a pensar que la meta era inalcanzable. No despegue la mirada del televisor, admiraba a esa mujer, su fuerza, su tesón, su empeño, solamente estaban enseñándome lo que años posteriores quedaría reflejado en una palabra CORAJE.

Debía de completar la vuelta, debía de llevar su cuerpo tambaleante hasta la línea de meta. A los 5´ 44´´ de su entrada en el Coliseum, una vez pasado la línea que marcaba los 42 Km. Y 195 metros, su cuerpo se desplomó. Su objetivo estaba cumplido, una vez más la mujer ha sabido escribir su propia historia.

Gabriele Andersen – Scheiss aquel día enmudeció al mundo, hoy quiero recordar aquellos momentos como ejemplo al coraje de las miles y miles de mujeres que desde el anonimato, el silencio, el trabajo, el amor hacen que la vida siga.

A todas las mujeres y en especial a mi mujer y mi hija.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lei el blog que tu me aconsejaste y hasta la última linea no sabía que eras tú.
La segunda vez que lo leí, lo leí más atenta, más emocionada pues conocía al autor.

Te digo anonimamente que:

Me siento con ganas de correr esa marathon (la vida), pero flaqueo en fuerzas.
Si algo he aprendido de ti es que no se debe desistir (aunque tú lo has hecho en tu carrera). A veces, no solo hay que correr sino también saltar y a ti (y ami y a todos) se nos olvida esto último y nos caemos. Eso te ha pasado, eso le ha pasado, eso me pasó. En mi última caida me levante con indecisión y con rabia y con dolor y sin fuerzas y sin ilusión.

Aún así, intentaré llegar a la meta próxima si tú y él y ella estais conmigo.

Feliz día del padre.