martes, 1 de noviembre de 2011

Cambio de hora o jalogüin


Como otro día cualquiera y a la misma hora que otro día cualquiera inicio mi entreno.

Al igual que cualquier otro día sigo el circuito, es de sobra conocido.

Después de kilómetros de recorrido y una vez que el sudor cubre mi cuerpo, decido girar a la derecha. Quiero recorrer la larga recta, el camino de siempre: Soleado, envuelto en refrescantes sombras, ocupado por paseantes y paseantas, unos con perras otras sin perros, bicicletistas, andarines y andarinas, sin olvidar los incesantes grupos de corredores/as que se cruzan o pasan en cambiantes ritmos, haciendo todos ellos un tamo bullicioso y animado de tardes en asueto.

Giro a la derecha, con mi ritmo casi frenético troto los primeros metros, se que en breve debo de ajustar los paso para cruzar una pequeña acequia.

El sonido amortiguado de los pasos me pone en alerta. Trato de mirar más allá de mi propia zancada. No veo. Siento escalofríos. Sin apenas tiempo de reacción, la oscuridad me engulle, me succiona hacia adelante, sin dar la oportunidad de volver hacia atrás.

Mido mis pasos, trato de asentar las zapatillas en la seguridad de un suelo con otras luces firmes. Fijo la vista en el suelo, donde sólo refleja la oscuridad de las tinieblas, mis piernas rilean, haciendo falsos quiebros. Tiemblan. Busco la luz, mi mirada se cruza con gigantes de sombras que tratan de abrazarme. Otrora camino surcado de arboles que invaden con sus sombras, donde hoy y ahora dibujan formas oscuras de figuras fantasmagóricas que tratan de retenerme en la soledad de la oscuridad.

Trato de acelerar el ritmo, elevo brazos y piernas, troto y troto, no puedo ni avanzo. Busco otros ruidos, más allá de aquel oscuro silencio. Me envuelven unas risas, donde unos golpes secos de ultratumba parecen indicar una noche de bailes de botellas en fiesta de mutantes vivientes celebrantes.

Elevo la vista, donde me recibe una luna en menguante, con aura de tinieblas que enduren las sombras de oscuros espectros. Comienzo en zigzaguente trotoneo, quiero evitar sus proyecciones de tenebrosas formas. Deseo acabar el recorrido, respiro un aire espeso y húmedo, casi putrefacto, que penetra por cada recoveco de mi cuerpo. Al fondo la oscuridad dibuja figuras de zombies andantes, con contoneos y movimientos de rabo, envueltos en bolitas iluminantes que surcan las tinieblas del suelo, seguidos de amortiguados murmullos de ultratumba parecen atormentar el silencio de esta tenebrosa oscuridad.

Tiemblan, se contonean, se retuercen y se muerden. Hacen intercambios de flujos en donde la oscuridad los convierte en espectros anhelantes de fusionar sus cuerpos. Troto para salir de la oscuridad, quiero apártame de tan tenebroso húmedo silencio y espeso edor. Respiro, brazeo, .. al fondo aparecen las iluminarias, luces que indican el camino del camposanto de los semosvivientes. Lugar donde las quitas, primas en riesgos, porcentajes en paros, crisis y recesiones, índices de riesgos, avales, burbuja, recortes, estancamiento, austeridad, PIB, EPA, desaceleración, déficit, etc., nos hacen disfrutar de un devenir cotidiano libre de fantasmas, zombies o cualquier tipo de figura espectrante.
JMR

NOTA ACLARATORIA: Cuando sean las tres hay que poner las dos y cuando sean las dos hay que poner las tres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Julian corriendo eres un fenomeno,pero tu has pensado en dedicarte a esto de escribir,cada vez lo haces mejor muy entretenido y bien redactado.No dejes de correr pero de escribir tampoco,soy Federico hasta la proxima aqui o en directo

Anónimo dijo...

Gracias por ver con tan buenos ojos tan trontontoneras palabras.
JMR