lunes, 7 de marzo de 2011

Mujer y atleta lagunera

Reconozco que en mis tiempos mozo y cuando mostraban más alegría en mis piernas en el trote de las carreras, el verme superado por una mujer dejaba en mi una anecdótica mella (nunca llego a trauma).

Hoy superado aquello, creo que me corresponde reconocer su esfuerzo y sacrificio en todas las facetas de la vida, siempre teniendo que demostrar un plus más.
Si utilizase un personaje de alta alcurnia de aquellos primeros años del S XX, que bien maneja Ken Follett, con suma elegancia me quitaría el sombrero y haría una reverencia a la lucha, el esfuerzo y la voluntad de hierro de la mujer a lo largo de los año, pero creo que lo mejor que puedo decirles como tronton lagunero, para que quede constancia de su valía, es “Con dos cojones laguneras, sois las mejores”.

“Mediados de junio de 1917

Sin embargo, su feminismo más airado se había fortalecido como el acero durante los años que había vivido junto a las mujeres curtidas, trabajadoras y más que pobres del East End londinense. Los hombres solían contar el cuento de la distribución de tareas en la familia: ellos salían a ganarse el pan y las mujeres se ocupaban de la casa y de los niños. La realidad era muy distinta. La mayoría de las mujeres que conocía Ethel trabajaba doce horas diarias y además cuidaba de la casa y de los niños. Pese a estar mal alimentadas, explotadas en el trabajo, a pesar de vivir en chabolas y vestir harapos, les quedaba ánimo para cantar canciones, reír y amar a sus hijos. En opinión de Ethel, una sola de esas mujeres tenía más derecho al voto que diez hombres juntos.” Ken Follett en La caída de los gigantes.


Dedicado a las atletas del CA Las Lagunas de Villafranca, Araceli, Sara, Mónica, María Teresa y las nuevas incorporadas: María Dolores, María Luisa. Paula y Alicia.

JMR

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