Jose Luis Sampedro en 1961 saco a
la luz la novela “El río que nos lleva”, trata de una cuadrilla de gancheros
pastoreando la madera desde el alto Tajo. De este libro recuerdo, aquel
personaje, un crio, que entremezclado en ese peculiar grupo de transportadores
de troncos, donde una particular forma de sobrevivir, va enseñando la dureza de
la vida al Galerilla, que a través de esas bofetadas inesperadas de la vida
casi le hacen dar pasos de gigante a una pronta madurez.
No es comparable la fuerza ni la
robustez de aquel río bravo, con la aparente calma de nuestro cercano río
Amarguillo, aunque tras él arrastra una oscura historia de inundaciones y
miedos, que apenas hoy están superadas y que nos llevan aquellos millones de
años en el que su bravura y su ir contra
corriente fue lo que logro que el río Amarguillo se creara a sí mismo, río de
ancho cauce, de aguas bravas y combativas, haciendo válido aquellos que los
estudiosos dicen de los ríos: Escultores del relieve, o como el ilustre
escritor Miguel de Unamuno describe, alma del paisaje.
Si hace
millones de años de forma rebelde y aguerrida, el río Amarguillo emergió contra
corriente, hoy en día, cuesta creer que aquella rebeldía haya sucumbido a la
tranquila disciplina de la pasividad del río Guadiana, en la que sólo y ocasionalmente,
el río Amarguillo, se manifiesta en su
primigenia bravura, alcanzando aquellas zonas que furtivamente se le han
ido cercenando.
Arañando en sus más cercanos días,
ya casi recónditos días en mi frágil memoria, en los que las tardes soleadas de
invierno y en sus primaveras, se convertía en lugar de paseos, donde se
apreciaba el sonoro paso del agua cristalina que no ha mucho tiempo había
servido para el lavado de ropas. Desde aquellos tiempos a estos actuales, mucho
ha cambiado. Ya en sus márgenes no se acomodan sacos terreros, ni su curso de
aguas fluye con la frecuencia de aquellos entonces. Hoy el río Amarguillo, casi
siempre en está en un permanente duermevela, a la espera de un temporal de
bruscas lluvias que le despierten de su letargo.
Y ha sido este año, cuando las
precipitaciones abundantes han hecho que el arroyo Valdespino irrumpiera con
fuerza y junto con las aguas de la sierra la Calderilla el río Amarguillo emerja
pletórico con sus aguas. Está situación nos removió para de alguna forma surcar
por el interior de sus entrañas para rememorar sus más de 300 millones de años
de su proceso de conformación (Profesor Máximo Martín Aguado), junto con
aquellas otras mezclas de historias contadas y vividas.
La experiencia, a los que en
barca, penetramos en sus aguas nos dejó un cierto regusto y placer, que nos
hizo sentir que el río Amarguillo sigue siendo parte de la vida de sus pueblos ribereños
y aledaños. No somos los primeros que surcamos sus aguas, pero aprovechando los
calores tórridos que inundan nuestra querida Mancha, quiero mostrar estas
refrescantes imágenes desde el interior del río que nos lleva: El río
Amarguillo.
JMR
NOTA: Agradecer el apoyo
logístico aportado por Juan y Domingo, también resaltar la alegría que
aportaron el nutrido grupo que con aplausos y gritos nos recibieron en el
puente sobre el río Amarguillo situado en el camino del Monte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario