Muchos han sido las ciudades y
sus distintos espacios, incluso ha ido mucho más allá de una simple atracción
física, en donde el tiempo ha entremezclado sentimientos, ilusiones, llantos,
alegrías, proyectos,… que poco a poco han ido produciendo un proceso, hasta
llegar a un estado metafísico.
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Quizás si mi nacimiento hubiera sido allá por las antiguas
barrancas del cobre de Chihuahua, esto que ahora digo poco me importaría. Sería
un Raramuri, donde mis pies se encontrarían envueltos en unas simples albarcas,
cuando no, mis pies estarían acostumbrados a pisar y correr entre el terreno
desde su forma más natural. Pero nací en Villafranca de los Caballeros, y fue
allá por los años 60, cuando todavía algunos andaban descalzos, otros muchos
utilizaban alpargatas y como siempre los que por entonces éramos pequeñajos nos
chiflaba andar por los suelos en la expresión más minimalista (que dirían hoy
en día), en la que una voz autoritaria sentenciaba –¡ande vas así!, ahora mismo
ponte las zapatillas -, mientras se blandía la zapatilla entre las manos.
Han pasado muchos años desde
aquel entonces, y muchas han sido las zapatillas, que con su evolución
deportiva han ido cubriendo mis pies. Hoy aquellas últimas zapatillas, las supernovas,
que tantas y tantas horas me han acompañado, tantas y tantas kilómetros han
protegido mis pies y que en largos silencios de trontoneo han llegando
a susurrarme. Estas zapatillas que siempre han tenido un rincón en la maleta, que
me han seguido en todos y cada uno de mis desplazamientos, que han entrenado un
día y otro también, que han competido hasta la extenuación. Hoy esas zapatillas,
el complemento rey del corredor, han muerto. En un acto supremo final han superado los
kilómetros que marca las buenas prácticas del uso zapatillar deportivo, incluso
han superando el sobre esfuerzo de ser las únicas zapatillas que han estado
siempre presentes en cualquier entreno o reto deportivo, a pesar de todo ello
sus últimos esfuerzos han sido un autentico acto de “devotio”.
¡VIVA EL REY!
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Cuando las situaciones se ven de
venir, poco a poco vas haciendo un estrecho marcaje. Localizas marcas, modelos,
tiendas, páginas web, comentas con unos y con otros. Haces cuentas y cálculos,
para que al fin surja lo irremediable unas nuevas zapatilla: ¡VIVAN LAS
KAYANO19!.
Esta vez, he apostado fuerte. He
elegido la zapatilla de las zapatillas y desde el mismo momento que como un
guante envuelve los pies para lanzarme a trontonear en sus primeros kilómetros,
casi con esta puesta de largo ha tomado forma un proyecto CXC=S (Correr por el
Camino para llegar a Santiago).
Nuevos retos, nuevos objetivos o
simplemente el simple deseo de poder seguir plantándome las zapatillas para
volver a lograr esa especial simbiosis
que sólo el tiempo, la constancia y la necesidad de correr por correr unen al
corredor con sus zapatillas.
JMR
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