Después de un espaciado tiempo,
sin disfrutar de tan apacible silencio, quiero hacer que mi tranquilo trontonéo se vaya inundando de la
tranquilidad de este espacio. No tengo prisa, quiero disfrutar de este duro
frío manchego, escondido entre la espesa niebla a las puertas de un nuevo
invierno.
Por fin no tengo prisas por nada,
busco que mi mente se inunde de nada, dejo que mi ritmo sea el de ninguna
prisa, quiero que el camino sea el de ninguna parte, solo aspiro al deseo de
sentir esta mi tierra, el lugar que pertenezco, lugar que siempre me
reencuentro.
Tranquilidad, silencio, disfrute,
soledad, sosiego,… mi tierra.
El largo silencio, se amortigua
en pisadas. Echo la vista atrás, donde una generosa niebla esconde las multiformes
piedras que otrora eran engullidas por generosas aguas. Su ritmo me alcanza. Su
desconocimiento, me sorprende. Solo es cuestión de hablar el mismo lenguaje,
seguir los mismos pasos y entender un camino de rasgos llanos, de vistas
largas, de empaparte de un lugar mágico donde la rudeza de su tierra siempre da
una tregua.
Poco a poco nos dejamos llevar
del lenguaje simple, del querer conocer, por las ganas de mostrar. Soy de aquí
sin estar aquí, vivo aquí sin vivir aquí, esta es mi tierra donde disfruto,
donde me pierdo.
La fuerza del sol abre la niebla.
La fuerza de las pisadas, intercambian entretenida palabras que dan referencias
e inquietudes. Cáceres y Villafranca de los Caballeros dos lugares simétricos y
distantes, y al mismo tiempo unidos por un punto equidistante: Madrid.
No somos extraños porque hablamos
el mismo lenguaje en distintos retos. La mañana es agradable, apacible,
tranquila, silenciosa,… sólo rota por gratos encuentros y rápidos saludos. El
carreterín anuncia la última procesión de pasos. Aquí tienes un lugar para
correr, un espacio para disfrutar y una gente que no te hará sentir extraño.
1 comentario:
correr por correr,sin prisas,sin tiempos,solo disfrutar,un placer.
Federico
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